jueves, 20 de diciembre de 2012

Ana: la de Tejas Verdes (II)


"Esta mañana, al dejar el asilo, estaba terriblemente avergonzada porque tenía que llevar este horrible vestido viejo de lana. Todas las huérfanas lo llevan, ¿sabe? Un comerciante de Hopetown donó el último invierno trescientos metros de esta tela al asilo. Algunos dijeron que era porque no la pudo vender, pero yo creo que fue por bondad, ¿no le parece? Cuando subimos al tren, sentí como si todos me estuvieran mirando y apiadándose de mí. Pero me puse a soñar e imaginé que tenía el más hermoso vestido de seda celeste -cuando uno se pone a imaginar, hay que hacerlo con algo que valga la pena- y un gran sombrero todo flores y plumas, y un reloj de oro y guantes de cabritilla y botas. Me sentí inmediatamente alegre y disfruté con todas mis ganas del viaje a la isla."

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