martes, 12 de marzo de 2013

Amante mío (III)


"Dios, nunca antes había pensado detenidamente en ello, pero desde el primer latido dado dentro de un cuerpo vivo, sonaba una campanilla y el reloj comenzaba a correr. Un contrato, que ni siquiera eras consciente de haber firmado comenzaba a operar y en él era el destino el que tenía las mejores cartas. Con los minutos y horas y días y meses y años que pasaban se escribía la historia mientras te ibas quedando sin tiempo hasta que el último latido de tu corazón marcaba el fin del paseo y el momento de hacer recuento de los triunfos y las derrotas. Era extraño como la mortalidad hacía que los momentos como este con ella fueran infinitos.
Y mientras la sostenía contra su cuerpo, sintiendo la calidez de ella incrementar la suya propia, se sentía rejuvenecido hasta la médula, su balanza reequilibrada, el recuento total y categóricamente en el terreno de vale la pena vivir la vida."



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